La Disciplina Positiva, una propuesta innovadora para la educación
- Jose Ignacio Florentin
- 8 abr 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago 2021
Un estudio realizado en la universidad de Montreal este año ha demostrado que las prácticas de una paternidad dura y severa tienen repercusiones en el desarrollo del cerebro del niño. Darles golpes, gritos, agitarles, muestras de enojo de manera habitual a los niños está vinculado con estructuras cerebrales más pequeñas en la adolescencia, específicamente en las corteza prefrontal y la amígdala, dos estructuras encargadas de la regulación emocional, así como la predisposición a la ansiedad y la depresión. Los resultados son similares a los encontrados en víctimas de abuso severo (abuso sexual, físico y emocional).

Los padres tienen una tarea muy importante. Son los primeros educadores que transmiten a niños las habilidades sociales y de la vida en general, el sentido de pertenencia y conexión en la familia, el sentirse amados y saber amar les brindan un ambiente seguro y de confianza. Todo esto se hace a través de la disciplina.
Sin embargo, esta palabra puede significar diferentes cosas para diferentes personas. Disciplina puede ser sinónimo de control ("portáte bien, quedáte quieto y tranquilo"), de castigo (si seguís portándote así y te saco la tele), de premio (si te portás bien, te compro un helado), un negocio entre padres e hijos (si vos hacés tal cosa, yo te doy algo de lo que querés). La disciplina positiva, como propuesta innovadora, viene a romper con este paradigma tradicional de enseñar.
La disciplina positiva viene a prevenirnos de las consecuencias que puede traer una crianza no saludable, no respetuosa y nos muestra la forma de promocionar una forma saludable de instruir, educar, regular a las personas (no sólo a los niños que tenemos a nuestro cuidado). Esta forma de disciplina busca satisfacer de manera correcta las necesidades, no sólo del niño (que sería criarlo en la dependencia) sino también las del adulto. ¿Cómo se logra este respeto mutuo? Según Jane Nelsen (2007), esto se logra haciendo un balance entre ser firmes y ser amables.
Según esta autora, hay tres tipos de padres según cómo hacen este balance. Está el Jefe, quien se caracteriza por ser muy firme y controlador. En el otro extremo está el Tímido o Pusilánime, quien se caracteriza por ser muy permisivo y demasiado amable. Y en un punto medio se encuentra el tipo de padre firme y amable, que no vive abrumado por la culpa que sienten los otros dos. Este último le considera a su hijo como alguien muy importante en la familia, conoce su personalidad y la comprende y puede establecer límites sin quebrantar el ánimo del niño.
Un padre o educador firme y amable al mismo tiempo no es una persona reactiva, sino que espera y piensa antes de actuar, se pone en una posición proactiva y enfocada en soluciones.
Se puede identificar el tipo de padre según su forma de hablar. Algunos padres le etiquetan a sus hijos de desobedientes, o "malcriados" (que irónicamente refiere de cómo ellos crían más que de una característica propia del niño). Esta paternidad está en el error de enfocarse en las palabras: en lo que tiene que hacer y lo que no; o en preguntarle si le gustaría o no hacer algo que necesitan hacer. La solución no está en gritarle, sermonearle, rogarle, ordenarle o amenazarle más… o contar hasta 3. La solución muchas veces se encuentra en "hablar menos y actuar más".
Un ejemplo sería cuando dos niños se pelean por un juguete. En vez de gritarles, amenazarles o sermonearles sobre compartir, algunas veces no hace falta decirles algo para darles la idea de que cuando terminen su pelea pueden volver a tener el juguete, basta con solo colocar el juguete en un lugar donde no lo alcancen.
Hay una creencia muy extendida en los padres: los niños deben sufrir para aprender a comportarse. ¿A quién se le ocurrió esta idea? ¿alguien se puso a investigar si realmente esto es cierto? Pero esto se usa como justificativo para el castigo. La verdad que el castigo responde a una necesidad del adulto, la de sentirse que tiene el control. El castigo alivia toda la frustración y enojo que los padres sienten en el momento difícil. El castigo es el camino más fácil, es el camino en donde se reacciona con enojo para que el niño aprenda el comportamiento deseado a través del miedo, la humillación y la culpa.
Si un hijo se olvida de hacer alguna tarea de la casa, los padres castigadores sacan algún privilegio (Play, la Tele, algún juguete) y la tarea sigue sin hacerse. Un padre que imparte disciplina positiva tiene otras estrategias más constructivas como el hacer contacto visual con el niño, y decirle simplemente: "Hora de hacer la tarea". Si el niño se resiste, uno dice: "Me gustaría que cumplas con tu acuerdo. Es hora de que hagas la tarea ahora."
La mayor resistencia de parte de los padres al escuchar sobre estas nuevas estrategias o técnicas para tratar con sus hijos es no querer dejar la falsa creencia que justifica su castigo, incluso, algunas veces, su maltrato. Algunos piensan que usar disciplina positiva es camino a perder el control, ablandarse y ser sólo amables cuando no deberían serlo. Pero la disciplina positiva no ignora los problemas, no los minimiza, no significa ser permisivos. Padres firmes y amables son personas que se involucran en ayudar a sus hijos a manejar las situaciones de una mejor manera, mientras permanecen respetuosos con sus hijos y consigo mismos.
Los padres y educadores que buscan que sus hijos y educandos desarrollen sus habilidades sociales y emocionales para toda la vida, buscan entender a sus hijos en las situaciones que están pasando. Son curiosos, se preguntan antes de reaccionar molestos. Muchos padres se enfocan en qué decirles a sus hijos de lo que pasó, cuál fue la causa de lo que pasó, cómo se deberían sentir por eso, y qué deberían de hacer al respecto. Enseñarles de esta forma es peligroso, porque le enseñamos qué tienen que pensar y no cómo. El niño sólo debe de buscar al próximo "experto" para guiarse en vez de usar sus propias habilidades críticas, habilidades para emitir juicios, analizar las consecuencias de sus propias acciones, ver los errores como oportunidades para aprender. Es por eso que la disciplina positiva nos invita a preguntar antes de dar lecciones, conectar antes de corregir:
"¿Qué pasó? ¿Por qué creés que pasó esto?" Con esta clase de preguntas los niños y adolescentes desarrollan sus habilidades de juicio, de crítica y reflexión.
"¿Cómo te hace sentir?" Validando sus emociones, le hacemos saber y sentir que estamos para apoyarles, además de enseñarles a identificar sus propias emociones y cómo reaccionan.
"¿Cómo podrías actuar la próxima vez que pase algo similar? Te puedo ayudar con ideas para solucionar este problema." Enfocarse en las soluciones, en vez de ver quién tiene la culpa de qué y en qué medida, enseña a los niños a ver los errores y problemas como oportunidades para aprender.
Esto es practicar la inteligencia emocional y enseñarla con el ejemplo. Si los padres no buscan ser empáticos con sus hijos, ¿cómo esperan que sus hijos aprendan habilidades como la escucha, empatía, asertividad y otras semejantes? El miedo al castigo no enseña estas habilidades, tampoco llenándole de premios. En cambio, sí lo aprenden al tener un modelo a quien imitar. Tal vez lo primero que los padres y educadores necesitan es aprender las habilidades socioemocionales que les falta para poder enseñarlas. Hay varias estrategias constructivas en la disciplina positiva: la práctica de la escucha reflexiva, cómo hacer las reuniones familiares o reuniones en el salón de clase, ofrecer elecciones limitadas, el establecimiento de límites, las rutinas, etc.
Aprender este nuevo paradigma de la educación socio-emocional requiere de tiempo y esfuerzo de parte de los padres y educadores. Los resultados pueden verse a corto plazo, cuando se genera un ambiente seguro y respetuoso en las relaciones, los niños adquieren cada vez más ese sentido de pertenencia en la familia o en su grupo social. También, y sobre todo, hay resultados a largo plazo: vemos personas autónomas, proactivas, enfocadas en buscar soluciones y contribuyendo de manera significativa en la sociedad. Si estás interesado en practicar la disciplina positiva, la mejor decisión es dejarse ayudar por un profesional que pueda asesorarte sobre el tema.
Fuentes:
Nelsen, J., Lott, L., & Glenn, H. S. (2007). Positive Discipline A-Z (3.a ed.). Three Rivers Press.
University of Montreal. (2021, Marzo 22). Does 'harsh parenting' lead to smaller brains?. ScienceDaily. www.sciencedaily.com/releases/2021/03/210322085502.htm
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